En esta entrada vemos que el ruido del tráfico marino altera y estresa a los cetáceos que habitan allí, esta podría ser la causa de que se reproduzcan menos.
Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que el ruido de las hélices y los motores de los grandes barcos estresan a las ballenas, ya que dificulta que se comuniquen entre ellas. Sin embargo, nunca habían sido capaces de probarlo. Ahora, gracias a un curioso método -un perro capaz de olfatear las defecaciones sobre las aguas- y una gran tragedia -los ataques a las torres de Nueva York del 11 de septiembre de 2001, que provocaron una drástica disminución del tráfico marítimo-, han podido obtener una respuesta. Y, como suponían, sí, las estamos volviendo locas.
Las ballenas barbadas utilizan sonidos de baja frecuencia para comunicarse en el océano. «Al estar en un ambiente donde no hay mucha luz, bajo el agua, no pueden depender de la vista como lo hacemos nosotros», explica a Science Now, la web de actualidad de la prestigiosa revista Science, la veterinaria Roz Rolland, del Acuario de Nueva Inglaterra en Boston. Algunos estudios han descubierto que las ballenas alteran su comportamiento y sus vocalizaciones cuando el ruido se incrementa. La contaminación acústica dificulte su capacidad para comunicarse y parece lógico que eso les estrese. Pero debido a que los científicos no pueden parar el tráfico marítimo para controlar la cantidad de ruido en el mar, esta idea ha sido muy difícil de probar.
Pero ocurrió un hecho que, por desgracia, sí consiguió detener el tráfico en el mar: los ataques terroristas de septiembre de 2001. En ese momento, Rolland, estaba recogiendo las heces de las ballenas francas la Bahía de Fundy en Canadá, con la ayuda de la nariz de un rottweiler llamado Fargo, capaz de detectarlas sobre las aguas. El objetivo era poder realizar pruebas de embarazo y estudiar la reproducción de los animales. Pero las heces, además de mostrar si una ballena está embarazada, también revelan sus niveles de estrés.
En los primeros días después de los ataques terroristas, el tráfico de embarcaciones en la región disminuyó de forma drástica. «No había nadie más allí. Era como estar en el océano primigenio», dice Rolland. Las ballenas también notaron la diferencia. Los niveles de las hormonas del estrés se redujeron en sus heces, lo que sugiere que el ruido de los barcos es el causante de estresar a estos animales crónicamente.
Fuente: abc.es
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